Nouvelle Vague

Nouvelle Vague es el tipo de proyecto que uno debe entender antes de disfrutar.

Banda atípica, formada especialmente para grabar este disco, no se sabe bien qué pasará con ella en un año más. Pero es probable que el éxito alcanzado (hasta ahora, casi sólo en Europa) con su álbum debut obligue a replantear el desinterés que hace menos de un año unió a Marc Collin y Olivier Libaux, dos músicos franceses preocupados de homenajear a las canciones que más quisieron durante su adolescencia (años ochenta), en una clave más suave, jazzera y brasilera.

Sabemos que en el papel su intención produce escalofríos. Son demasiados los ejemplos recientes de desechables guiños musicales formulados para supuestos «iniciados»; bromas internas que debemos escuchar alternando muecas de desprecio y admiración, y que han convertido casi todo lo despreciado de hace veinte años en «lo más» de lo cool; llámese ABBA o Enrique Maluenda.

De la siutiquería lounge, Nouvelle Vague se salva principalmente por tres razones:

1) No pretende en ningún momento ser un disco irónico; éstas son canciones tratadas con el merecido respeto.

2 ) El repertorio elegido es intachable, recuerdos poderosos de cuando Inglaterra comenzaba a despertar del punk (lo cual significa puras bendiciones: Clash, Undertones, P.I.L., Depeche Mode, The Cure, XTC, Joy Division).

3) Las mujeres a cargo de las voces (seis brasileras, una francesa y una neoyorquina) no pueden emitir guiños pedantes pues, simplemente, ignoran qué es lo que están haciendo. Collin y Libaux se preocuparon de escoger vocalistas que no hubiesen escuchado jamás estas canciones, por lo cual su interpretación sale con una frescura auténtica.


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